
Los usuarios de libros electrónicos esperaban un mayor ahorro y habían generado unas expectativas muy poco realistas sobre la consecuente bajada de precios que suponía la llegada del formato digital. Consecuentemente, se ha ocasionado un desengaño entre los consumidores que no ven satisfechas sus pretensiones de amortización de los lectores electrónicos y que encuentran una solución fácil en las descargas gratuitas. Mientras, el sector editorial argumenta que el descenso del precio de venta al público no puede ser mayor porque el impuesto sobre el valor añadido de los libros electrónicos es del 21 %, pese a que el mismo producto en papel tiene un IVA del 4 %.
La ley 9 / 1998 estableció un tipo impositivo superreducido para productos culturales como libros, periódicos o revistas sin establecer ningún tipo de diferencia entre continentes y contenidos. En tan solo catorce años, este modelo legislativo se ha convertido en un residuo arcaico, producto de un sistema anquilosado, que provoca desigualdades incomprensibles entre los consumidores de un mismo producto según el formato en el que lo compren. La concepción tradicional que no establecía diferencias entre el contenido (la novela) y el contenedor (el papel) está desfasada y no es extrapolable a los nuevos formatos. Ahora, existen los lectores electrónicos (dispositivos utilizados para leer), y los libros electrónicos (obras literarias o científicas digitalizadas).
Los nuevos tiempos requieren nuevas leyes. Si no se moderniza la regulación de los tipos impositivos de manera inmediata en el sector del libro, se cometerá un grave perjuicio contra la industria editorial y se fomentará de manera indirecta la copia ilegal de archivos entre aquellos usuarios que consideren que pagan un precio desproporcionado por un producto virtual, en comparación con aquellos consumidores del libro tradicional. La reducción del IVA de los libros electrónicos hasta un 4 % rebajaría sensiblemente su precio de venta al público, lo equipararía al formato en papel y permitiría una competencia justa entre productos. En cambio, postergar esta decisión puede salvaguardar el sector tradicional a corto plazo, pero perjudicará de manera irreversible a la industria del libro a largo y medio plazo.
Víctor Gutiérrez Sanz
AyG
2 comentarios:
Las editoriales tienen que abrirse más a los nuevos sistemas tecnológicos y de plataformas. Una solución similar a la que ofrece Spotify, para la música, también podría valer para los libros: una gama amplia de tarifas y que el lector pueda descargar el libros/los libros que quisiese. Eso sí, no pretender, como hace Amazon, que el lector pague cantidades desmesuradas por un libro electrónico, cuyo precio, a veces, no compensa.
Hola señor editor.
Como no encuentro su libro en formato digital, me he tomado la libertad de escanearlo en mi tiempo libre y se lo mando a ver si tiene a bien ponerlo a disposición del público en formato digital. Si usted no puede ya lo haremos nosotros no se preocupe.
Hemos creado una asociación de escribanos amantes de la lectura, somos 5000 miembros y ya hemos escaneado unos 100.000 libros.
Saludos y cuidese
Publicar un comentario