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miércoles, 30 de diciembre de 2009

Escudo de libertad

La lucha por los derechos civiles aún no ha concluido. Tres siglos de revoluciones, protestas y muertos en busca de la libertad pueden verse lapidados por el mazazo del miedo y de la paranoia colectiva. La sociedad occidental se está protegiendo utilizando como escudo la libertad de sus ciudadanos.
El nuevo intento de atentado ha dejado un resquemor de impotencia en la mente de los estadounidenses. La respuesta ha sido rápida. El director de orquesta, Barack Obama, ha decido afinar más los instrumentos y ha añadido más medidas privativas de libertad con el objetivo de aumentar la seguridad en los vuelos.
Registros aleatorios basados en simples sospechas, denuncias infundadas de vecinos, generación de racismo, más segregación y más conflictos. La caza de brujas ha comenzado en los aeropuertos y existe un serio peligro de que se traslade a todos los ámbitos de la vida cotidiana.
Las soluciones de los conflictos deben buscarse en la raíz ideológica del problema. Es necesario que se dé un cambio de mentalidad que fomente el respeto al diferente. Sin olvidar que no hay mejor arma de destrucción masiva contra la tolerancia que el miedo.

Víctor Gutiérrez Sanz

AyG

jueves, 19 de noviembre de 2009

La palabra intrusa

- Fresca, brillante, antihistamínica. Elija usted la palabra intrusa.- dijo la entrevistadora entornando los ojos mientras esperaba la respuesta del candidato.
En frente se sentaba un joven enjaulado en un disfraz con corbata. Nervioso, intentaba encontrar aquel vocablo no invitado.
- Tómese su tiempo- añadió la mujer disfrutando del ritual- y por favor reflexione en voz alta.
El joven se puso serio, respiró hondo y miró a los ojos de aquella mujer.
- Es complicado. Las tres son adjetivos, pero creo que el intruso es “fresca”. Lo brillante ejerce una atracción irresistible, mientras que “antihistamínica” es una palabra divertidísima y esdrújula.
Ella sonrió.


Víctor Gutiérrez Sanz
AyG

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domingo, 15 de noviembre de 2009

El autoengaño

La calle estaba abarrotada de personas. Era hora punta y todo el mundo se dirigía con prisas hacia su puesto de trabajo. Nadie reparó en él. Un hombre de unos 40 años estaba tirado en el suelo y vomitando. Una señora que hablaba con el móvil se apartó unos metros para no mancharse los zapatos. Indignada suspiró: “Mira que andar borracho a las 8 de la mañana…”. Al girar en la esquina una mendiga le pidió unas monedas. Ella buscó en su bolso y se las echó con infinita caridad.
1.020 millones de personas pasan hambre en el mundo. El nuevo informe de la ONU revela que la cifra aumenta cada año. Sin embargo el analgésico que recorres las venas de la sociedad ha afectado a su cerebro. Únicamente se han producido respuestas de indiferencia. El problema desaparece tras una cortina de hipocresía.
El ser humano es el animal capaz de realizar los mayores prodigios. Llegan al espacio, construyen armas capaces de aniquilar a su especie, aman, odian, y lo más asombroso, se autoengañan. El homo sapiens sapiens ha logrado crear una ficción y hacerla realidad en su mente.
Resulta inverosímil pensar que la hambruna a la que se enfrenta el mundo no afecta a sus vidas. No se creen ni causa ni solución del problema. Se resignan a ser peones de una cadena de montaje que no lleva a ningún lugar. La vida se ha vuelto demasiado complicada, hay demasiados problemas como para pensar en los del vecino.
Menos mal que existe la caridad. Ese sentimiento tan difícil de definir que se sitúa entre la vergüenza, la bondad, y quizás, el egoísmo. Egoísmo puro y duro. Unas monedas a un indigente, dar algo al Domund o a cualquier ONG, apadrinar a un niño y ese pequeño resquemor se limpia. Puede continuar el autoengaño.
Es necesario un cambio. Despertar de la operación del s.XX. Comenzar a mover los dedos de los pies, las manos, pasar a la cabeza y superar la anestesia. Occidente es el causante de la sangría que se vive en el resto del mundo. El nivel de vida que siguen sus ciudadanos es inviable. Si cada persona que habita en el mundo consumiera la misma cantidad que un europeo o un norteamericano necesitaríamos el espacio de tres Tierras.
La caridad del egoísmo puede ser sustituida por el altruismo. La acción social y la concienciación son los motores del cambio. Todo esté en nuestras manos. Se puede cambiar el mundo. Aún existen idealistas que continúan con el autoengaño de pensar que toda utopía es realizable.


Víctor Gutiérrez Sanz
AyG

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Camino sin retorno

Falta poco, ya llegamos a la meta, en poco más de 3 años no habrá vuelta atrás.


Greenpeace. Activistas por el clima

domingo, 4 de octubre de 2009

Sobre el 2016

La espera fue muy intensa. Todos los ojos observaban Copenhague expectantes ante la última decisión. La ilusión y la esperanza pudieron al racionalismo y a la lógica, hasta los escépticos terminaron creyendo ebrios de tantas corazonadas. Madrid y una gran parte de la población española levantaron sus manos con las palmas abiertas invitando a venir a los juegos olímpicos de 2016. La expectación se hizo ilusión.
La decepción fue mayúscula cuando de aquel sobre salió el nombre de Río de Janeiro la lógica y la razón volvieron a instalarse en la cabeza de los españoles. La mayoría decidieron pasar página lo más rápido posible y volver a sus problemas cotidianos. La capital danesa se borró de sus cabezas. Quizás en el 2020, o quizás no.
Nadie sabe cómo estará dentro de diez años. Nadie lo sabe porque el 7 de diciembre en Copenhague se dará lugar la cita más importante de la historia actual. No atañe al olimpismo, ni a Madrid, atañe al problema más grave que tiene la humanidad: el cambio climático. La unión, la fuerza, la esperanza que ha demostrado la sociedad acerca de un acto como la elección de una sede olímpica no se da cuando se habla de la destrucción de la tierra. Los científicos no tienen corazonadas, ellos afirman que queda poco.

Víctor Gutiérrez Sanz

AyG

miércoles, 16 de septiembre de 2009

¿Tradición y cultura?

Un año más se ha llevado a cabo la tradición del Toro de la Vega en Tordesillas. Un año más un toro ha sido alanceado por cientos de jóvenes que buscaban obtener el reconocimiento de matar a un animal con “valor”. Un año más los antitaurinos han gritado sus consignas entre insultos y amenazas. Un año más Tordesillas ha festejado la tortura de un animal, premiado al asesino y lo ha indultado con el reconocimiento de toda la villa.
Sin embargo este año no todo ha sido igual. Ha habido más manifestante en contra del Toro de la Vega. Los antitaurinos han sido silenciados y encerrados en un descampado. Moscatel, el animal, luchó ferozmente por defender su vida, nadie se apiadó de él. Los medios de comunicación han dado menos espacio informativo a las protestas y reivindicaciones. Los lanceros han impedido cualquier cámara fotográfica en el festejo que pudiera plasmar la agonía del animal.
Pese a todo, la barbarie continúa. Bajo el patrocinio de la Junta de Castilla y León y de la Diputación de Valladolid se asesinó a Moscatel. El rito año tras año se repite, y cada vez más gente se pregunta: ¿toda tradición es cultura?

Víctor Gutiérrez Sanz
AyG

martes, 28 de julio de 2009

La nueva era cosmopolita

La vida genera pequeñas parodias que se incrustan en la memoria con el fin de ser recordadas en la posteridad. Son momentos singulares llenos de magia que se suscriben bajo el nombre de anécdotas. Se podría realizar una sinestesia y caracterizarlos como el sabor de la vida. Siguiendo este proceso de confusión de los sentidos se debe describir lo que se cuenta a continuación como picante, muy picante.
La situación es variopinta y surrealista. Se trata del fruto de un momento histórico, la concepción pura de una aldea global en la que las fronteras se resquebrajan y los miedos se escapan por sus grietas.
El escenario de lo ocurrido era hermoso. Una reserva natural cuyo pueblo más cercano se encontraba a veinte minutos a pie. Un lago, situado a escasos veinte metros de la vivienda, descansaba en la absoluta tranquilidad de la noche mientras una turba de mosquitos hostigada por el calor se abalanzaba sobre los protagonistas en busca de sangre fresca. Serbia es un país que se extiende bajos los ojos como la inmensidad de la llanura de un océano. Cuando se mira al norte o al sur solo se puede ver cielo, y por la noche, estrellas. Daba igual que a treinta kilómetros estuviera la frontera húngara. El cielo seguía sin privatizarse. No se podía vislumbrar ninguna barrera que separara las constelaciones por propietarios.
El calor, que se había convertido en asfixiante durante los últimos días, daba un respiro a los protagonistas por la noche. Estos, entre cerveza y cerveza no dejaban de hablar en inglés, suspirando, chillando y asintiendo como gesto de su aprobación. Se escuchaban y hacían como que se escuchaban en busca de su turno de palabra. Generalmente la conversación la monopolizaban un joven alemán y una chica rusa. A su alrededor se crearon dos bloques de pensamientos enfrentados. Junto con el punto de vista ruso se situaba un serbio. Junto al alemán un español. Y sin saber que decir, ni que pensar una coreana del sur. Los demás ya estaban acostados. Ni francesas, ni finlandesas, ni ningún personaje más aportó ideas en la discusión.
Recapitulando: un alemán, una rusa, un serbio, una coreana del sur y un español se encontraban discutiendo en inglés al lado de un lago, en Serbia, a treinta kilómetros de la frontera con Hungría mientras millares de mosquitos intentan comerles vivos. Lo único que falta en la historia es definir el tema de conversación. Pudo haber sido la cerveza, el trabajo o el calor que hacía, pero no fue así. Hablaron de los nacionalismos.
Miles de historias diferentes se abalanzaron sobre ellos. Georgia, Kosovo, Yugoslavia, los Balcanes, los eslavos, el País Vasco, Cataluña, el federalismo, el nacionalismo, las culturas y ellos mismos. Cada uno tenía su postura. Cada país tenía sus problemas. La esencia era la misma y la solución la tenían ante sus ojos.
¿Nacionalismo o cultura? ¿Aldea global o cosmopolita? Ante ellos se abría la inmensa interrogante que cubría ya siglos de historia. La globalización que caracteriza el siglo XX les había fabricado de manera muy similar. Sin embargo sus culturas los diferenciaban. No se trataba de su identidad nacional, ni de la patria, ni de banderas, ni de himnos. Estos no eran más que marcas construidas artificialmente. Adidas, McDonald’s y sus respectivas naciones no eran muy diferentes. Lo único y que les hacía únicos era la cultura.
Se dieron cuenta de que esa esencia podría desaparecer tras la globalización del imperio coca-cola. Estaba claro que debían cambiar el enfoque. Coincidieron todos en la absurdez de las fronteras. Remarcaron la importancia de la cultura popular. Levantaron la única bandera que puede existir: la de la tolerancia. Y decidieron que la belleza del mundo residía en un espacio cosmopolita, no globalizado ni oprimido bajo una verdad monolítica.
Eran sueños de una noche de verano en la que todos estaban dispuestos a cambiar el mundo. ¿Utopías? Puede ser, pero no diacrónicas. Esta era la primera generación que podría ser capaz de constituir un nuevo orden. ¿Cuándo antes se podía tomar esta situación como algo cotidiano? Si el picante es un sabor de la vida es porque siempre ha existido un espíritu de lucha e inconformismo.
El cambio está ocurriendo. Rusos, alemanes, serbios, coreanos y españoles discuten sin producir daños colaterales.

Víctor Gutiérrez Sanz
AyG

lunes, 8 de junio de 2009

Mata que no les duele

Mucha gente sueña con poder no sentir el dolor. Convertirse en una especie de superhéroe capaz de parar las balas con las manos y recibir golpes sin inmutarse. Insensibilidad añorada por tantos niños que imitando a Superman se golpearon en la rodilla. Intentaron volar, saltaron desde la mesa y en mitad del vuelo descubrieron el poder de la gravedad. No lo volverán a hacer.
El dolor no siempre se trata de algo negativo. Cuando te golpeas, te quemas o notas la molestia en una muela tu cuerpo te avisa de que algo va mal. Un impulso nervioso que recorre las neuronas por distintos caminos, hacia la médula espinal provocando un arco reflejo o hacia el cerebro dando la señal de alarma, mantiene comunicado tu cuerpo y tu mente. Una cadena perfectamente estructurada de acciones y reacciones. El sufrimiento es una ventaja evolutiva, quien no lo padece tiene un grave problema.
La analgesia congénita es una rara patología que conlleva la indiferencia del individuo a la dolencia física. Su sistema genera una sobreabundancia de endorfinas que lo anestesian permanentemente frente a cualquier dolor. El niño se tira de la mesa imitando a Superman, descubre que no puede volar, pero le hace gracia y sigue probando. Una apendicitis, una hemorragia interna, o un golpe fuerte los puede matar sin que se enteren de lo que les pasa.
Las personas que sufren esta enfermedad son insensibles físicamente, no psicológicamente. En la sociedad global se ha producido el efecto contrario, existe una hipersensibilidad al propio dolor y una analgesia contra las enfermedades del mundo. Violencia, datos de hambrunas y masacres en lugares recónditos no producen ninguna dolencia en la población. Se ha roto la cadena de acción reacción.
Las endorfinas que adormecen a la sociedad no actúan constantemente. Parece ser que aún se perciben ciertos estímulos que provocan el desasosiego en las personas. Eve of destruction (Vísperas de destrucción) es una canción de los años 60 compuesta por P. F. Sloan y convertida en himno de una generación por la voz de Barry McGuire. En ella avisan de que el mundo está herido, que existe una terrible hemorragia interna que le quita poco a poco la vida. La canción transmite una rabia frustrada, provoca malestar, ganas de gritar y correr. Alejarse de la muerte, la sangre y las vísceras de destrucción que salpican con cada bombazo.
Pero la canción llega al final y todo vuelve a la normalidad. Los últimos acordes se acompañan de una voz ya exhausta por gritar todas las injusticas que se cometen. Entre la ironía y la frustración vuelve cantar una vez más el estribillo que dice “¿Amigo no te crees que estamos en las vísperas de la destrucción?”. Tres minutos y veintinueve segundos. Se acaba la canción. Concluye el texto. Miles de personas mueren cada día. Indiferencia. Insensibilidad. Anestesia social. ¡Destrucción!

AyG

Víctor Gutiérrez Sanz

lunes, 20 de abril de 2009

Hablando desde las alturas

Los personajes más carismáticos de la historia han sido musas, y lo son, de muchos dirigentes políticos. Aristóteles, Sócrates, Martin Luther King o Gandhi se han convertido en espejos donde se miran los políticos actuales, comparándose y aspirando a la grandeza de poder ser el reflejo de generaciones venideras. Nicolas Sarkozy, presidente de Francia, sigue ese camino hacia el recuerdo inmortal otorgado por los libros, senda ya recorrida en los s. XVIII y XIX por su compatriota Napoleón Bonaparte.
Salvando las diferencias del período histórico vivido por cada uno, El Emperador de los Franceses y el actual gobernante de la República poseen tres características comunes. La primera de ellas es su nacionalidad, ambos son franceses. La segunda es su estatura. Y la tercera es la ambición de figurar con nombre propio.
La política exterior francesa de los dos últimos años está llena de hazañas protagonizadas por Nicolas Sarkozy. El viaje a Chad y la posterior liberación de los miembros de la ONG Arca de Zoé, el dialogo con las FARC en el rescate de Ingrid Betancourt, el gesto de solidaridad permitiendo a José Luis Rodríguez Zapatero ocupar una silla en la cumbre económica del G20 o las críticas sin tapujos contra otros gobernantes son algunos ejemplos de su actuación. Acertado o desacertado ha ocupado cientos de páginas en diarios de todos los continentes.
Son pocos los dirigentes que pueden insultar a otro hablando desde las alturas. Las declaraciones de las que se hace eco el diario galo Liberation, desmentidas ya por el palacio del Elíseo, en las que el presidente francés tacha de poco inteligente a Rodríguez Zapatero, de sumisa a Merkel o de inexperto a Obama son gestos de grandeza de una persona que analiza el mundo desde un escalón superior.
El hecho no ha tenido mayores consecuencias. El silencio del gobierno español o el oportunismo de la oposición con las declaraciones de Esteban González Pons, portavoz del PP, son pequeñas cinceladas a una nueva anécdota protagonizada por Sarkozy. La opinión pública debatirá y sacará sus conclusiones en el trabajo, el barrio o las clases. Cada uno es libre de opinar y expresarse.
El problema es que debemos identificar a Napoleón como un emperador y a Nicolas Sarkozy como el presidente de una nación democrática. Es libre de opinar y juzgar cuanto desee pero recordando que el pueblo galo también lo hace en las urnas. No necesitamos superhéroes de la política, ni grandes figuras de libros de historia, sino representantes del sentir de una nación. El periodo histórico es distinto y la soberanía, ahora, reside en el pueblo. Será mejor bajar de las alturas.

Víctor Gutiérrez Sanz



AyG

lunes, 16 de marzo de 2009

El poder de las palabras



Ninguno terminamos Derecho. En ese momento fui consciente de que estábamos fuera del sistema. Bichos raros con algunos ideales. Pero no podía hacer nada y la única solución fue refugiarme en la lectura. Viaje por mundos inhóspitos, vi grandes injusticias, besé al amor verdadero para después morir por ella, hasta que un día decidí cambiar el mundo.
Mi compañero se percató de que llevaba varias semanas escribiendo sin hacer progresos. Estaba siempre mirando el diccionario. Extrañado preguntó:
- ¿Qué buscas?
- Las palabras.
- Pero, ¿por qué les das tanta importancia?
- Porque un día soñé que todos nos llegaríamos a entender…


Foto de Óscar Guiérrez y relato de Víctor Gutiérrez
AyG

miércoles, 11 de marzo de 2009

La promesa incumplida



En la puerta había una gorra negra. Esa fue su señal, su guiño de complicidad cuando uno de los dos no quería ser molestado. De aquella sencilla manera se ahorraban las interrupciones, que no intromisiones, pues luego se lo contaban todo. Nunca incumplió su pacto, pero sesenta años después hizo un amago de abrir la puerta. Rectificó. Los momentos que vivieron se agolpaban en su cabeza mientras sus piernas se tambaleaban incapaces de soportar aquella carga. Desconsolado dejó la cachaba a un lado, se sentó y comenzó a llorar. Esperaba resignado a que él cumpliera con su parte del trato.

Foto de Oscar Gutiérrez y relato de Víctor Gutiérrez
AyG

domingo, 8 de marzo de 2009

El peligro que acecha en la telaraña


Una nueva forma de relaciones sociales irrumpe en nuestra sociedad. Las redes sociales, mesas de café de la red, cuentan cada vez con más adeptos. Una nueva forma de mantener el contacto con los conocidos de siempre haciendo comentarios de no más de dos líneas.
¿Pero dónde se encuentra el atractivo que hace que cada vez más gente hable del tuenti como de su propia habitación? Sencillamente, en unos treinta minutos diarios, una persona es capaz de enterarse de aquello de más relevancia entre su grupo de acción social, a la vez de dar a conocer sus aflicciones y alegrías.
Se digitalizan las emociones y se manda un evento para que todo el mundo las conozca. Los aspectos positivos son claros, nunca se pierde la estela de aquellas personas que marcaron una etapa en tú vida. El aspecto negativo es que se produce una banalización de las relaciones sociales.
Seguramente, en este punto, puede haber grandes detractores, sin embargo hay quien cree en esta hipótesis con todas sus fuerzas: una relación que se sustenta en la interacción en Internet carece de sentido y no es más que una mentira reciproca avocada a la desaparición.
Se llega así a una conclusión, las redes sociales son grandes telarañas de hipocresía. Se desvirtúa la amistad y el compañerismo para convertirlo en frases del tipo:
Que wapo/a
Que buena…XD
Jjejejeje XD
Os quiero mucho mis niños/as


Es por este motivo que se deben proteger las verdaderas redes sociales como si se trataran de animales en peligro de extinción. No se trata de acabar con estas relaciones virtuales, sino redirigir el mercado, las funciones y su objetivo. Son herramientas de apoyo y no la relación en sí.
Quien hoy en día permanece sin tuenti, facebook… se aísla del mundo. Recorta su área de influencia y se entera de la mitad de las cosas. Sin embargo nunca dejará de vivir su vida y de conocer lo que le interesa, lo que realmente considera importante.
Cuidado en la red, pues la araña está acechando y no siempre se puede escapar.
Pd. Soy consciente de que mucha gente no pensará así por lo que animo a que se abra un hermoso debate. Gracias.

Víctor Gutiérrez Sanz
AyG

viernes, 27 de febrero de 2009

Redirigir el vuelo



El cansancio se extendía por todo su cuerpo impregnándose en cada una de las acciones que realizaba. El sentimiento se asemejaba al de una peliculilla de aceite cubriéndole de arriba abajo. Sus movimientos torpes e inseguros le hacían meter la pata constantemente. En su interior se veía como a una de aquellas aves costeras cubiertas de petróleo por el vertido de cualquier barco. Agonizando e indefenso, sin posibilidad alguna de tomar represalias.
Se duchaba todos los días, limpiaba cada recoveco de su mente con el fin de enmendar la situación. Pero no había manera. Una zozobra interior le derrumbaba cualquier proyecto, cualquier intento de salir de aquel pozo con un fondo tan negro que se perdía el miedo, solo cabía la resignación.
Cada mañana salía a dar un paseo sin rumbo. Lo único que limitaba era el tiempo, por lo demás, aquella rutina la seguía sin ninguna coordenada. Sin embargo, no eran más que intentos fallidos por despertar los sentidos. Buscar de alguna manera el hambre, establecer algo por lo que mereciera la pena vivir.
Un día, durante uno de sus paseos, un pájaro buscaba sin éxito atravesar una verja. Sus intentos siempre eran infructíferos pero lo seguía intentando porque al otro lado había una miga de pan. Tenía un objetivo pero le iba a ser imposible conseguirlo. El pájaro siguió pretendiéndolo cerca de dos horas sin hacer ningún progreso. Se estaba ahogando en su propio instinto animal y aquel espectador que observaba desde la acera lo estaba disfrutando. El humano riendo, al borde de la histeria, le gritó:
- ¡Cómo no te cortes las alas! Te va a resultar imposible pasar al otro lado. Ríndete. No se puede luchar contra el mundo.
No obstante el pájaro no se dio por vencido. En una de las paradas que hacía durante su trabajo, miró más allá y descubrió que había un cacho de pan a escasos cien metros. Exultante levantó el vuelo con dos poderosos pero suaves aleteos y planeó hasta la comida. Había cumplido su objetivo, alimentarse.
El hombre que observó la escena tardó mucho en reaccionar. Algo se movió en su interior. Se miró las manos incrédulo y descubrió que la espesa capa de aceite se había desvanecido. Entonces lo comprendió, no se trataba de cortar las alas sino de redirigir el vuelo.

Foto de Oscar Gutiérrez y relato de Víctor Gutiérrez
AyG

domingo, 22 de febrero de 2009

Balas de tinta


Él, lleno de ardor y desprecio, pensaba en el final. Su profesión, periodista de sucesos, le llevó a ver en la morgue la cotidianidad de la locura humana. Se olvidó de que tras aquellas muertes existió el amor, el odio, los amigos… la vida. Banalizó la sinrazón de la actualidad. Los muertos se convirtieron en números, minutos de trabajo que luego le darían de comer. Cogía lo más llamativo y que se pudiera vender mejor. Un día, sin ni siquiera pestañear, redactó la muerte de su padre. Tres horas después la suya.

Foto de Oscar Gutiérrez y relato de Víctor Gutiérrez
AyG

jueves, 15 de enero de 2009

Una jaula manchada de sangre

La primera piedra le dio en el hocico. Las risas de los niños eran atronadoras y se clavaban como puñales en el pobre animal enjaulado. Se trataba de un galgo, pardo y sin una pata. Las cicatrices pintaban todo su cuerpo después de una vida entera sufriendo múltiples palizas. Su actitud era defensiva, gruñía y ladraba con rabia mientras buscaba la forma de salir del cerco que le habían hecho aquellos niños.
El total del público se sumaba a siete. Quien había tirado la piedra era un chico de corta edad. En comparación con el resto parecía débil y frágil, pero junto a ellos era temible. Su cara rebosaba alegría mientras buscaba por el suelo la siguiente piedra que le arrojaría. La encontró. Una grande, angulosa y dura. El resto de la pandilla vitoreaba entusiasmado el lanzamiento. El murmullo fue subiendo hasta que se hizo ensordecedor y se rompió por un gemido. Un breve silencio se hizo hasta que el animal se levantó con una profunda herida en la espalda. La sangre salía a borbotones y los niños comenzaron a reír y a jadear porque aún seguía vivo y podía proseguir el espectáculo.
De entre la lejanía llegó una niña corriendo. Era rubia y unos ojos grandes marrones se encontraban húmedos de la rabia que le producía el dolor del animal:
- ¡Dejad a Gaza en paz!
- ¡Pero nos ha mordido!
- Tiene hambre y está asustado. Y aún así no tenéis derecho a matarle.

Víctor Gutiérrez Sanz
AyG