El calor azuzaba a los grillos que cantaban monótonamente a una luna llena que, como cada 28 días, brillaba con todo esplendor. En la calle se escuchaba a los niños, como cada verano. A lo lejos una radio repetía sin piedad la canción de moda mientras en la televisión se reponía alguna serie ya emitida.
El Corte Inglés repartía sus corticoles de vuelta al cole. Valladolid se preparaba para las fiestas mientras algunas bibliotecas se volvían llenar de estudiantes agobiados por los exámenes de septiembre. Las obras colapsaban la ciudad mientras muchos soñaban con volver a ver a su equipo jugar al fútbol, baloncesto, balonmano…
Él, como cada noche, cogió un libro, lo abrió y voló. Se comió la rutina mientras cantaban los grillos monótonamente a una luna llena que, como cada 28 días, brillaba con todo esplendor despertando al hombre lobo...
AyG
Víctor Gutiérrez Sanz
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miércoles, 25 de agosto de 2010
El cantar de los grillos
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