En la puerta había una gorra negra. Esa fue su señal, su guiño de complicidad cuando uno de los dos no quería ser molestado. De aquella sencilla manera se ahorraban las interrupciones, que no intromisiones, pues luego se lo contaban todo. Nunca incumplió su pacto, pero sesenta años después hizo un amago de abrir la puerta. Rectificó. Los momentos que vivieron se agolpaban en su cabeza mientras sus piernas se tambaleaban incapaces de soportar aquella carga. Desconsolado dejó la cachaba a un lado, se sentó y comenzó a llorar. Esperaba resignado a que él cumpliera con su parte del trato.
Foto de Oscar Gutiérrez y relato de Víctor Gutiérrez
AyG
miércoles, 11 de marzo de 2009
La promesa incumplida
Etiquetas:
cuentos,
fotografía,
relatos
Escrito por
Escribano del Agua (Víctor Gutiérrez)
en
3/11/2009
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